Material gumy

Material, desde su esencia etimológica, es la matriz sustancial que brinda lugar o cualidad a la existencia de un cuerpo. Si pienso (y siento) sobre una matriz que haga huella constante en la existencia de mis seres y sus diversos cuerpos, esta debe, desde su propia composición, responder a la multiplicidad que me(nos) caracteriza y, en consecuencia, ser tremendamente físico y asible, mientras que simultáneamente permita su propia virtualización en potencia para que sus serialidades puedan desvanecerse en aquello que no puede ser tocado. Todo esto sin dejar, por un instante, de ser una sola materia y sin permitir que su elemento se fragmente en un eclecticismo destructivo, sino que sea, más bien, como el vapor, en el que todas sus partículas en constante movimiento, por muy lejanas que sean, respondan a una misma corporeidad matriz.

No propongo, entonces, una relación analógica para construir-comprender mi propio fenómeno, ni un material que en este momento sea imaginario, sino que, como absolutamente todo en el mundo simbólico al que hemos sido arrojados los seres humanos, sin remedio, lo fue en algún momento, es decir, hubo un punto en el que dicha matriz solo estaba construida dentro del incontenible impulso fantástico que me permitía entretejer finamente mi autocomprensión, al igual que comenzaba a hollar mis profundos afectos y mis acciones. Sin embargo, como cualquier otro imaginario, tuvo la capacidad de convertirse en un lugar simbólico en común con mi contexto sociocultural inmediato, y, conforme a esto, se ha expandido a las diferentes escalas de la medida gravitacional que produce mi cuerpo sobre otros cuerpos.

Lilly demandaba una matriz, un lugar de sentido, un sufijo o apellido que fuera ese elemento en común con las muchas ellas que es. Recuerdo que entonces todavía ni me había preocupado por aprender inglés y, en consecuencia, mi gramática era pésima, así que, con una suma de elementos de referencia física y digital, creó a gumy, así, con g minúscula y, de preferencia, con orejas de conejo, porque su propia constitución como palabra lo constituye como material, verbo y carne como uno solo.

A partir de entonces, muchas más moléculas de las que podría enunciar en una lista dentro de este texto (el cual intenté que fuera breve) se catalizaron en el fenómeno gravitacional que les dio nombre y, en consecuencia, se volvieron esa matriz de lo que, más que darme sentido, me huella, me marca, me amolda plásticamente en un proceso que ha llevado más años de los que quiero contar y que espero que nunca termine.

De la misma forma, la materia gumy, al expandirse Lilly, o al expandirnos nosotras, ha hollado a pequeña o gran escala a otros cuerpos que la reconocen y con quienes, dentro de su conjunto simbólico, puede convertirse en una realidad objetiva, es decir, en un objeto observable, cualificable, cuantificable y perceptible por una multiplicidad de sujetos. En otras palabras, muchos sabemos qué es el material gumy, podemos identificarlo y sentirnos afectados por él, como por cualquier otro material como el carbón, el agua, el papel, entre otros.

En consecuencia, como es objetivamente visible, simbólicamente configurado y fácticamente existente dentro y fuera de mi imaginario, creo que no hay otro remedio que intentar realizar un breve recorrido del material para poder comunicarlo a quienes todavía no tienen conocimiento del contacto con él.

Lo gumy es:

  • Virtual como Lilly
  • Táctil como mi colección de miles de muñecos
  • Entrañable como mis piezas visuales
  • Saboreable como el helado de chicle
  • Vestible como un cosplay (o peor, como una de mis faldas de colores)
  • Visual como los ojos azules de Link
  • Transmutable como un Digimon
  • Audible como el oso gominola
  • Amoroso como supercerecita
  • Irreverente como el Dadaismo

(Entre otros).

Espero entonces que lo anteriormente dicho permita dar luces para la comprensión/construcción de gumy como material y que, quien sea que lea esto, se permita orbitar, por un instante, dentro de su fuerza gravitatoria.

Clara.